La agresividad infantil constituye, junto con la desobediencia, una de las principales quejas de padres y educadores respecto de los niños, dándose con frecuencia unidos ambos tipos de problemas. Sin duda uno de los principales problemas presentados por la agresividad infantil es su elevada correlación con trastornos equivalentes adultos, especialmente los relacionados con la conducta antisocial.
Un comportamiento excesivamente agresivo en la infancia predice no sólo
la manifestación de agresividad durante la adolescencia y la edad
adulta, sino la exdistencia de una mayor probabilidad de fracaso
académico y de la existencia de otras patologías psicológicas durante la
edad adulta, debido fundamentalmente a las dificultades que estos niños
encuentran para socializarse y adaptarse a su propio ambiente.
Con el término conductas agresivas nos referimos a las conductas intencionales que pueden causar daño ya sea físico o psicológico. Conductas como pegar a otros, burlarse de ellos, ofenderlos, tener rabietas (del tipo de arrojarse al suelo, gritar y golpear muebles por ejemplo) o utilizar palabras inadecuadas para llamar a los demás generalmente se describen como conductas agresivas.
Con el término conductas agresivas nos referimos a las conductas intencionales que pueden causar daño ya sea físico o psicológico. Conductas como pegar a otros, burlarse de ellos, ofenderlos, tener rabietas (del tipo de arrojarse al suelo, gritar y golpear muebles por ejemplo) o utilizar palabras inadecuadas para llamar a los demás generalmente se describen como conductas agresivas.
Pautas que ayudan a controlar la conducta agresiva de los niños
El tratamiento de la agresividad en un niño, en los casos que sea
persistente su conducta agresiva, debe estar sometido a un profesional
especializado. El tipo de tratamiento que se utilizará dependerá del
resultado de la evaluación que se haga. Lo primero que harán será
identificar, a través de observaciones, charlas y entrevistas, los
antecedentes (causas y reacciones a la frustración) y los consecuentes
(qué es lo que gana con la agresión) del comportamiento agresivo del
niño.
Teniendo en cuenta de que la conducta agresiva de un niño
es un comportamiento aprendido y como tal se puede modificar, la
intervención de los padres bien como de los profesores es muy
importante. El castigo físico no es aconsejable en ninguno de los casos
porque sus efectos son generalmente negativos: se imita la agresividad y
aumenta la ansiedad del niño. Si nos empeñamos en cambiar la conducta
agresiva de nuestro hijo, y mantenemos la paciencia y la perseverancia,
seguramente solucionaremos el problema.
Consejos contra la conducta agresiva infantil
La psicóloga Gloria Marsellach Umbert, autora del libro Recetas del psicólogo en la red, define algunas pautas sobre cómo solucionar el problema, iniciando con la creacion de un plan:
1 - Identificar el tipo de conducta, es decir, qué es lo que nuestro hijo está haciendo exactamente. Hay que ser objetivos y específicos en la respuesta. Si el niño patalea, grita, o de que forma expresa su agresividad.
2- Apuntar diariamente en una tabla, y durante una semana, cuantas veces el niño aplica la conducta de agresividad. Anotar qué es lo que provocó el comportamiento. Con lo cuál será necesario registrar los porques y las respuestas. Apuntar también en qué momentos los ataques agresivos son mas frecuentes.
3- Elegir dos objetivos para modificar la conducta: debilitar la conducta agresiva y reforzar respuestas alternativas deseables existentes en el repertorio de conductas del niño o en la enseñanza de habilidades sociales. Ejemplos:
- Existen algunas condiciones que proporcionan al niño consecuencias gratificantes para su conducta agresiva. Por ejemplo, si en el patio del colegio, no estando el cuidador, el niño sabe que pegando a sus compañeros, éstos le cederán lo que él quiera, habrá que poner a alguien que controle el juego hasta que ya no sea necesario.
- Reducir el contacto del niño con los modelos agresivos. Muéstrele a su hijo otras vías para solucionar los conflictos cómo el diálogo, el razonamiento, el establecimiento de normas, etc. Si los niños ven que los mayores tratan de resolver los problemas con tranquilidad, podrán imitar esta forma de actuar.
- Los padres deben reducir los estímulos que provocan la conducta. Enseñar al niño a permanecer en calma ante una provocación.
- Recompense a su hijo cuando éste lleve a cabo un juego cooperativo y asertivo.
4- Cuando esté determinado el procedimiento que utilizará, poner en práctica el plan. Debe continuar registrando la frecuencia con que su hijo emite la conducta agresiva para así comprobar si el procedimiento utilizado está sendo o no efectivo. Informar del plan elegido a todos los adultos que formen parte del entorno social del niño. Mantenga una actitud relajada y positiva y notarás los progresos. Al final, todos se sentirán mejor.
1 - Identificar el tipo de conducta, es decir, qué es lo que nuestro hijo está haciendo exactamente. Hay que ser objetivos y específicos en la respuesta. Si el niño patalea, grita, o de que forma expresa su agresividad.
2- Apuntar diariamente en una tabla, y durante una semana, cuantas veces el niño aplica la conducta de agresividad. Anotar qué es lo que provocó el comportamiento. Con lo cuál será necesario registrar los porques y las respuestas. Apuntar también en qué momentos los ataques agresivos son mas frecuentes.
3- Elegir dos objetivos para modificar la conducta: debilitar la conducta agresiva y reforzar respuestas alternativas deseables existentes en el repertorio de conductas del niño o en la enseñanza de habilidades sociales. Ejemplos:
- Existen algunas condiciones que proporcionan al niño consecuencias gratificantes para su conducta agresiva. Por ejemplo, si en el patio del colegio, no estando el cuidador, el niño sabe que pegando a sus compañeros, éstos le cederán lo que él quiera, habrá que poner a alguien que controle el juego hasta que ya no sea necesario.
- Reducir el contacto del niño con los modelos agresivos. Muéstrele a su hijo otras vías para solucionar los conflictos cómo el diálogo, el razonamiento, el establecimiento de normas, etc. Si los niños ven que los mayores tratan de resolver los problemas con tranquilidad, podrán imitar esta forma de actuar.
- Los padres deben reducir los estímulos que provocan la conducta. Enseñar al niño a permanecer en calma ante una provocación.
- Recompense a su hijo cuando éste lleve a cabo un juego cooperativo y asertivo.
4- Cuando esté determinado el procedimiento que utilizará, poner en práctica el plan. Debe continuar registrando la frecuencia con que su hijo emite la conducta agresiva para así comprobar si el procedimiento utilizado está sendo o no efectivo. Informar del plan elegido a todos los adultos que formen parte del entorno social del niño. Mantenga una actitud relajada y positiva y notarás los progresos. Al final, todos se sentirán mejor.