En el caso de enfermos mentales crónicos el sufrimiento de la familia a
veces es mayor que cuando se trata de un enfermo de otro tipo de enfermedad
crónica. El motivo del agravante radica en la dificultad de comunicarse con el
familiar enfermo, sobre todo si hay un deterioro a nivel cognitivo o una
demencia avanzada. Gran parte de lo comentado anteriormente sobre el abordaje
de familias de enfermos crónicos puede ser útil también en estos casos, aunque
es preciso individualizar y adaptarse a cada situación particular.
Entre las enfermedades mentales, la depresión es uno de los trastornos que
directamente o indirectamente es mayor motivo de consulta en atención primaria.
A veces son los familiares los que consultan ante la tristeza, astenia, apatía
u otros síntomas que detectan en un familiar. En otras ocasiones, la familia
consulta sobre cómo tratar al familiar deprimido.
Se han encontrado pruebas concluyentes de que los factores interpersonales
son determinantes tanto en la precipitación como en la resolución de los
episodios depresivos. En muchas ocasiones, el inicio del episodio depresivo
sobreviene tras ocurrir sucesos estresantes dentro del matrimonio o en la
familia. Los estudios indican que las personas deprimidas cuyos familiares
muestran un alto índice de comentarios críticos tienen un mayor índice de
recaídas aquellas cuyas familias que muestran bajos niveles de crítica.
Cuando un paciente es diagnosticado de depresión conviene explorar los factores
interpersonales dentro de su familia, y también en otros ámbitos, que pueden
contribuir tanto a mantener los síntomas depresivos como a aliviarlos. Si han
acudido a la consulta acompañados de un familiar aprovecharemos esta misma
consulta para recoger más información sobre determinados síntomas depresivos
sobre los que el paciente puede no ser consciente. El médico puede hacerse una
idea más precisa del papel que pueden tener sus interacciones en la depresión
del paciente. Si el paciente ha venido solo a la consulta podemos pedirle que
en la próxima consulta nos gustaría le acompañase el familiar que esté más
preocupado por él o quien le ofrezca más apoyo. Con frecuencia los cónyuges del
paciente deprimido pueden sufrir también una depresión o sentir rabia al no
saber cómo actuar en esta situación. Otras veces el comportamiento del cónyuge
refuerza que el paciente siga en estado depresivo, sobre todo si se le
sobreprotege y el paciente no es capaz de descubrir que puede hacer las cosas
por sí mismo. Si la relación de pareja ha sido un determinante en la depresión
de uno de los cónyuges, se puede aconsejar iniciar un proceso de terapia de
pareja.
La mayoría de las veces puede ser útil realizar el genograma de pacientes
con depresión pues ello conlleva que se observen otros familiares que también
han tenido depresión u otra patología mental y ayuda a recoger una información
del contexto del paciente, que puede ser útil y a veces permite reducir las
expectativas terapéuticas.
El médico de familia puede plantear estrategias para cambiar el
comportamiento individual e interpersonal, que están contribuyendo a perpetuar
la depresión. Lo ideal sería que el familiar más involucrado con el paciente
tenga una implicación moderada con él, sea a la vez comprensivo con sus
necesidades y respetuoso con su autonomía.
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