jueves, 7 de junio de 2012

LAS FAMILIAS AFECTADAS POR UNA ENFERMEDAD CRÓNICA DE UNO DE SUS MIEMBROS




En el caso de las enfermedades crónicas los médicos suelen tener una formación adecuada para evaluar y tratar aspectos biomédicos: control de tensión arterial y sus complicaciones, considerar el tratamiento de otros factores de riesgo cardiovascular; saben tratar e identificar las complicaciones de la diabetes etc., pero no están preparados de igual forma para hacer frente a los aspectos psicosociales de estas dolencias.
La experiencia de la enfermedad crónica afecta profundamente a la familia y a su vez según la actuación de ésta, puede mejorar o empeorar el curso de la enfermedad crónica del paciente afectado. Es decir, cuando en una familia un miembro tiene una enfermedad crónica (cardiopatía hipertensiva, diabetes, esclerosis múltiple, u otra), es la familia y en especial un miembro de ella, generalmente la madre, esposa, hija, la que pasa a ser la cuidadora principal del paciente, sobre todo si el paciente está en las edades extremas de la vida (niñez o ancianidad). La cuidadora se ha de ocupar de las atenciones materiales: preparación de la dieta adecuada, supervisión del cumplimiento terapéutico así como de las revisiones periódicas, etc. Además, tanto la persona cuidadora como los demás miembros de la familia son la principal fuente de apoyo emocional y social del paciente y quienes le pueden ayudar en la enfermedad. También pueden ser los aliados del profesional sanitario para conseguir una buena evolución de su paciente.
El proceso de la enfermedad crónica requiere una adaptación de toda la familia a la nueva situación. Esto conlleva un desgaste que puede suponer que se desencadenen situaciones de conflicto y a veces de enfermedad de otros miembros si el personal sanitario no está atento a ello.
Hay muchos casos que pueden ilustrar estos hechos como el relatado a continuación de una paciente anciana muy enferma, con una limitación importante por su hemiplejía y afasia. Era la abuela de una familia compuesta por el matrimonio, dos hijos jóvenes y una hija adolescente, con los que vivía. El médico de familia que atendía a este paciente, acababa de licenciarse recientemente en medicina y dedicó muchos esfuerzos al caso. La madre de la familia, y a su vez la hija de la paciente anciana, al cabo del tiempo hubo de ser tratada de depresión, pero no fue esto la repercusión más negativa sino que en los dos años que la madre había estado dedicada casi exclusivamente a los cuidados de la abuela, la hija adolescente no recibió las atenciones necesarias y poco a poco se fue alejando de la familia e introduciéndose en un mundo de drogas y alcohol, para cuya recuperación la familia y el médico tuvieron que dedicar más esfuerzos y atenciones que los que se habían dedicado en la asistencia a la abuela. La inexperiencia de los primeros años de profesión, no le dejaron al profesional sanitario ver que el abordaje de la enfermedad de la abuela había que enfocarlo desde un punto de vista familiar y tratar su repercusión en la familia. De esta forma en vez de un enfermo crónico la situación hizo que se encontrase al cabo del tiempo con tres procesos crónicos en los miembros de esa unidad familiar (enfermedad de la abuela, depresión de la madre y drogadicción de la hija).
La reacción de las familias ante una enfermedad crónica no es igual en todos los casos. La mayoría de los pacientes y sus familias se adaptan adecuadamente a la nueva situación y, a pesar de las tensiones y reestructuraciones que exige, son capaces de reorganizarse e incluso fortalecer sus lazos. Sin embargo, el profesional sanitario ha de estar atento a aquellas familias que se cierran en sí mismas y quedan atrapadas, llegando a asumir en exceso la responsabilidad del cuidado del enfermo, limitando su autonomía o independencia. Minuchin y col han descrito el funcionamiento de familias psicosomáticas de niños afectados de diabetes, asma o anorexia nerviosa en las cuales una forma extrema de esta conducta de sobre-involucración tiene como resultado la exacerbación de la enfermedadEn otras situaciones con pacientes crónicos la familia en cambio se distancia a causa de la presión de la enfermedad, hasta el punto de desintegrarse por la vía del divorcio, la institucionalización o la muerte. Los cónyuges de los pacientes crónicos a menudo experimentan un padecimiento subjetivo mayor que el del propio enfermo. Los profesionales de la salud con frecuencia se centran en la atención al paciente y pasan por alto el sufrimiento del cónyuge descuidando sus necesidades físicas y emocionales. Si el médico tiene en cuenta las demandas y presiones de la familia además de las del paciente, podrá contribuir a promover un funcionamiento más saludable de todos los afectados. La mejor manera es establecer una relación con todos los miembros de la familia e implicarles en su labor de co-terapeutas en la asistencia al enfermo. El médico ha de estar especialmente atento en las enfermedades que sobrevienen de forma totalmente inesperada o que no "corresponden a la edad" como el cáncer en los niños y la esclerosis múltiple en adultos jóvenes.

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